Un trono de Palma Burgos en Bailén


por Juan Pedro Lendínez Padilla 
publicado en la bitácora Simplemente Capillita

Aun con los ecos eucarísticos de la festividad del Corpus Christi me ha venido a la mente una estampa de mi niñez, una estampa que se materializa en esta fotografía, de poco calidad lo sé, estaba realizada con una de esas antiguas cámaras baratas de carrete que nada tenían que ver con las actuales digitalizadas. En la misma aparece un altar del Corpus de Bailén de aquellos montajes de antaño que hoy en día han desaparecido, donde el olor a juncia inundaba el esplendido amanecer del día del Corpus que conocimos muchos de mi generación. Esta fotografía estará datada en torno al año 1994 o 95, está realizada en la calle Antonio Machado, en la confluencia de la plaza Reding (plaza del Correo) y la calle América, en el tradicional recorrido de la custodia hasta que comenzó a alterarse el mismo cada año por cada parroquia, y a extenderse por otras latitudes de la ciudad. Un altar con un cierto matiz suntuoso, realizado si mi memoria no me falla por un colectivo de jóvenes implicados entonces en la parroquia de la Encarnación, muchos de ellos catequistas que se encargaron por esos años en engrandecer algunos tramos del recorrido del Santísimo. Lo que pareciese un altar de la cruz de mayo, porque lo corona una cruz de flores de papel con los colores eucarísticos y demás aditamentos como lo que parece ser un sagrario se encuentra una obra de arte que conformó el patrimonio cofradiero de la ciudad y que por desgracia paso casi inadvertido para los bailenenses por varias circunstancias. Ese cumulo de dorados pertenece a un trono muy especial que perteneció a la cofradía de los Siervos de Jesús en su Entrada en Jerusalén y Ntra. Sra. de la Piedad, en dos palabras “La Mulica”. La cofradía más joven de la localidad, aunque ya peine más de medio siglo, fue como todas las cofradías de la ciudad de un matiz humilde. Los difíciles inicios para procesionar a sus titulares se limitaron a un viejo y humilde paso portado a ruedas que seguramente saliese del prolífico taller local del “tomatero”, es decir del taller de Juan Francisco García, de sus hijos y nietos. Cuando en los años ochenta del pasado siglo incorporaron a la imagen de la Piedad decidieron procesionarla sobre los hombros de sus hermanos sobre las escuetas antiguas andas de la patrona, la Virgen de la Zocueca hasta que los dirigentes de aquellos tiempos decidiesen incorporar con mucho esfuerzo pasos de mayor tamaño y lo que no es muy común aquí, de mayor calidad artística.


Dos fueron los pasos que adquirieron de segunda mano en aquellos tiempos, pero hoy tan solo me detendré en este, el que abre como altar de Corpus esta entrada. Aquel trono era transportado igualmente a ruedas, de hecho el lugar donde fue adquirido sigue siendo patente y fiel a este tipo de procesionismo, una ciudad que en el día de ayer también ocupó estas paginas: Úbeda. Y su autor un claro emblema del arte desarrollado en la pasada centuria en la ciudad renacentista, el malagueño Francisco Palma Burgos.


Me comentaba mi buen amigo Alfonso Piñero, que otro buen amigo José María, cofrade de siempre de esta cofradía no podía evitar la satisfacción en aquel año 1988 cuando su cofradía se enriqueció con un paso, trono o carroza del mismísimo Francisco Palma Burgos, autor además de varias de las imágenes más significativas de Andalucía, de otros singulares tronos, de un estilo inspirado en el trono de origen granadino que se convirtió en el mal llamado estilo malagueño, que Palma exportó a Úbeda y otras ciudades como Madrid pero siendo adaptados para ser portados a ruedas. Un paso realizado por el malacitano para la cofradía de Jesús Nazareno de Úbeda, en concreto para su titular mariana, la Virgen de los Dolores, obra de igual ejecución al cincel de Palma Burgos. Curiosamente para sustituir un antiguo trono que también acabaría en Bailén y que aun hoy sigue prestando sus servicios aunque con varias modificaciones. Aquel trono según algunas voces, supongo que acreditadas, apuntaban que no era de mucha calidad, algo que me sorprende porque comprándolo con otros del mismo autor y con más resalte favorable de la crítica no le encuentro mucha diferencia. Aquel trono seria nuevamente sustituido por la cofradía ubetense, pasando a portar el conjunto de San Juan Evangelista y la Santa Mujer Verónica en 1975 y entre 1972 a 1979 fue utilizado por la hermandad del Resucitado de la misma ciudad para portar a su titular, la Virgen de la Paz.


Diez años después la cofradía bailenense se encontraba inmersa en la creación de su cuadrilla de portadores para la Virgen de la Piedad, la cual según se lee en su libro de historia recientemente publicado recibió la ayuda de algunos ubetenses para esta encomienda. Seguramente de aquellos contactos llegaron las gestiones para la compra del trono a la cofradía del llamado “Jesús de las Aguas”, Nazareno y Señor de Úbeda, la cual cobró un millón de las antiguas pesetas por su enajenación.


Pero aquel trono trajo un problema, bueno dos. El primero era su tamaño, era una obra realizada para otras características, lo cual sus dimensiones chocaban con las características de la puerta de la Encarnación. Y es que la portada principal de nuestra iglesia emblema, bello ejemplo de la talla en piedra de los siglos de oro atribuida a Juan Aranda de Salazar, no es obstáculo para que por ella salgan pasos de unas grandes proporciones, pero el problema viene en el cancel interior que si es algo más estrecho, lo que hace que los pasos se tenga que realizar algo más angostos… ¿habrá algún día un valiente que consiga modificar y agrandar ese cancel? Por el momento ante la iglesia hemos topado con este asunto…


Así que el trono de Palma Burgos, sin duda el más rico artísticamente hablando de los que había contado la ciudad alfarera en toda su historia no podía salir por las puertas de su sede canónica. Aun recuerdo como siendo muy pequeño mi madre me llevaba en la tarde del Sábado de Pasión al garaje de una vecina la cual cedía su espacio para que allí se montase el trono, se le exornara con flor para en la mañana del Domingo de Ramos se encarase ante las puertas de la Encarnación y sus hermanos sacasen a la imagen de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén a lomos de una “Mulica” y la subiesen en aquel trono que destacaba por sus dimensiones, con un sistema que ideó uno de sus hermanos, Pedro Camacho para que pudiese procesionar por las calles de Bailén la popular imagen.


Todo lo recuerdo por sombras, por que tendría unos 6 o 7 años pero no se borra de mi memoria las enormes dimensiones a comparación con lo que había en la ciudad, es más mi padre aun hoy me cuentan que lo comenzaron a llamar despectivamente en el pueblo como “el tanque”, pero lo cierto es que en realidad contaba con las proporciones más apropiadas para un paso, proporciones que algún día se verán nuevamente y vendrán acallar a los ignorantes de entonces… y los de hoy. Parece ser que aquel trono no cuajó demasiado, apenas procesionó 3 o 4 años, la ultima que yo recuerde fue en aquella mitificada Procesión General del Santo Entierro, seguramente del año 1990 como subía entre las ultimas luces del día la calle Iglesia en busca de la plaza de la Constitución, entre los huequitos del caperuz se me quedaron grabadas esas conchas del almeja en pan de plata tan típicas dela talla procesional malagueña que custodiaban las esquinas del mismo.


Con la formación de la cuadrilla de portadores las imágenes comenzaron a procesionar sobre el mismo paso de la Piedad – ese mismo año “La Mulica” ya lo hizo el Domingo de Ramos en el otro paso-, se suprimió el paso de “La Mulica” en la Procesión General, e incluso la misma comenzó a decaer hasta su desaparición. Ahí comenzó el adiós de aquel trono, que seguramente ya no volvería a ver la luz del día hasta aquel día del Corpus que muestra la primera fotografía.


El segundo problema que trajo aquel trono, y que lo llevaría a su desaparición fue el estado de deterioro con el que ya contaba, pues ya tenía más de treinta años de servicios a sus espaldas. El ataque de los xilófagos, es decir de la polilla se hacia patente y una restauración de marcado carácter científico era algo que ya se escapaba de los presupuestos de las cofradías bailenenses. La Desinsectación de la obra unida a la restauración completa que incluiría la imprimación de una nueva capa de pan de oro hizo que el trono pasase al olvido, ya que con el coste de su restauración se podría comprar dos pasos nuevos, obviamente muy alejados en su categoría artística con la de esta obra.


Llevo años buscando una fotografía que nos mostrase aquel trono con la popular imagen de los talleres de Olot “cabalgando” sobre el mismo por la calles de Bailén, pero mi búsqueda sigue siendo infructuosa, solo he encontrado esta fotografía en un blog de la hermandad del trono en las dependencias de su casa de hermandad evidenciando el estado de deterioro al que llegó. Me comentaron que aquel conjunto se desmontó y se lo llevo alguien de Sabiote (Jaén) para no sé que labor, sentenciándose finalmente su definitivo adiós de la historia de las cofradías bailenenses.

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Rafael Poyato Crespo

Al hombre que encarna con su gubia maravillosa, la imagen de lo que siente su alma gigantescamente noble.

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